jueves, 11 de diciembre de 2008
Volvemos enseguida. Permanezcan atentos a sus pantallas.
Por otra parte hay un archivo malicioso que se ha colado en el blog y voy a intentar eliminarlo. Espero tener suerte.
Lo que quiero que quede claro es que “El Club del Relato” no ha muerto, lo que pasa es que ando algo corto de tiempo. Siento haber decepcionado vuestras expectativas iniciales, pero pienso seguir al pie del cañón. No desesperéis.
La vida sigue… el blog también.
¡Gracias a todos!
miércoles, 22 de octubre de 2008
jueves, 22 de mayo de 2008
Pequeña duda
sábado, 12 de abril de 2008
El Crisol de Cristal
Después de una larga temporada dedicada casi en exclusiva a la corrección de mi novela, vuelvo a la carga con este nuevo relato. Al menos, estaré más frecuentemente en la red antes de ponerme con el siguiente proyecto (le he cogido el gusto a los largos relatos). Espero que mi vuelta sea de vuestro agrado y disfrutéis con lo que os ofrezco. Un fuerte abrazo a todos y hasta la próxima, espero no dentro de mucho.
EL CRISOL DE CRISTAL
Rufus era uno de esos chicos con tendencia al autismo en clase. No es que no le gustase estar allí mientras el profesor enseñaba a sus alumnos, lo que pasaba era que prefería perderse en sus asuntos. Se quedaba absorto en la banalidad de sus pensamientos y ensoñaciones. Por esa razón, siempre se situaba en el lugar más apartado del aula junto a la ventana que daba al patio. Desde aquel primer piso, Rufus tenía una visión amplia de aquel lugar arbolado, ahora desierto. Más tarde sería un hervidero de chicos sentados aquí y allá, unos con el bocadillo y otros, más precoces o ansiosos tal vez por parecer más adultos, con el cigarro en la mano y aires de superioridad. Él tan sólo miraba a través del cristal. Sin buscar nada. Sin esperar pasase cualquier cosa del otro lado.
Estaba en mitad de la clase de matemáticas. Senos y cosenos se plasmaban en la pizarra por un recién instruido pupilo que dudaba y se balanceaba mientras el profesor aguardaba con sigilo que el chico acabara su demostración. Tuvo que darle algunas indicaciones antes de terminar, pero quedó bastante contento con el resultado. Después de todo, aquel era uno de sus preferidos. Por esa parte, Rufus estaba tranquilo, en matemáticas nunca le sacaban para esos menesteres. Podía evadirse de la realidad con cierta calma. Sus compañeros de las mesas adyacentes tampoco eran un problema. Cada uno iba a lo suyo o, por lo menos, no se preocupaban demasiado de aquel chico ensimismado.
No tenía porqué ser un día diferente aquel de primeros de Mayo. Se acercaba el fin de curso. El sol era más amigo de los días que las estrellas. El calor se incrementaba cada jornada. Apetecía más estar fuera que dentro de las aulas. Los profesores lo notaban y se ofrecían al alumnado menos exigentes y más comprensivos. No había un motivo para lo que sucedió en ese instante, a diez minutos del término de las enseñanzas de Don Pedro. Pero sucedió y aquello hizo que Rufus echara la silla hacia atrás y diera con su trasero en el suelo. El estrépito de la caída hizo que el profesor corriera hacia él con preocupación. Para sorna de los demás, Rufus recibió una reprimenda de Don Pedro en cuanto vio que se encontraba perfectamente y una carcajada sonora de sus compañeros. La humillación acabó devolviéndole a la realidad, pero aquello que le hizo caer aún permaneció durante mucho en su memoria. Y fue a eso a lo que recurrió mientras esperaba frente al despacho del director. No sería una amonestación severa, tan sólo una breve charla de aleccionamiento y, tal vez, un pequeño castigo.
Mientras el director trataba de poner en su sitio a Rufus, éste caminaba distraído por sus ensoñaciones. No obstante, tan centrado estaba en regañarle y tanta práctica tenía Rufus en el disimulo, que ni uno ni otro sacaron nada en claro y aún así ambos quedaron satisfechos. Sonó el timbre que anunciaba el fin del día y el director invitó al chico a marchar a casa. Rufus puso cara de disculpa, subió a la clase vacía y cogió su mochila. Antes de abandonar el centro se acercó al lugar en el que había estado sentado y miró con detenimiento la ventana. Pasó la mano por el cristal como si intentara limpiar livianamente una mota de polvo o alguna mancha. Estaba embobado cuando una señora de la limpieza le advirtió que ya era hora de irse y dejarle hacer su trabajo. Rufus se encogió de hombros y se marchó.
A punto estuvo de perder el autobús. De igual modo que solía hacer en clase, se situó en el lugar más apartado del resto de la gente, junto a la ventana. Sus compañeros de viaje gastaban bromas entre ellos, reían estrepitosamente ante la mirada severa del conductor y quedaban para la tarde. Rufus no tenía amigos desde hacía tiempo, así que siguió con sus cosas. Estaba mirando otra vez hacia fuera cuando volvió a suceder. Esta vez dio un respingo que nadie percibió. Se le erizó el bello de la nuca y respiró entrecortadamente. No apartó la mirada del cristal. Veía ahora lo mismo que hacía tan sólo unos minutos en el aula.
Al principio había pensado que aquel reflejo era él mismo. Sin embargo, cuando advirtió que la imagen se movía de una manera diferente a la de él y que incluso le sonreía, comenzó a dudar. Era difícil advertir una forma clara en el reflejo de una superficie transparente. Aquello no era como un espejo y temió el momento en que tuviera que ponerse delante de uno. No obstante, se percató de que la imagen contenida en el vidrio era la de una chica risueña de ojos ambarinos y piel morena. Ella le veía tan claramente como lo hacía él. Era, sin duda, un misterio. Nadie excepto él podía verla. O quizás, nadie excepto él pasaba tanto tiempo con la mirada perdida hacia ninguna parte como para darse cuenta de algo así. En cualquier caso, qué le importaba a Rufus lo que los demás hiciesen o dejasen de hacer. Se preguntó si se trataba de una quimera más de su imaginación. También se cuestionó, en caso de que no fuera así, si podría establecer algún tipo de comunicación con la chica del otro lado del cristal. Lejos de asustarse, una vez acomodado a la situación, sentía una inmensa curiosidad por el fenómeno.
Cuando llegó a casa, saludó a su madre, dejó la mochila y subió corriendo a su habitación. Una vez allí, se tiró a la cama y acercó la cara al cristal que daba a la calle. La imagen seguía estando allí. Tan clara como antes. Rufus acercó la mano a la ventana y puso sus dedos sobre ésta, mientras su madre chillaba que la comida ya estaba lista y debía poner la mesa. Antes de bajar, vio como la chica reflejada imitaba el gesto del chico y ponía las yemas de sus dedos unidas a las de él. Rufus sintió un escalofrío apacible, una chispa eléctrica que le rozó la mano. Ella sonrió. Mientras comía se preguntó si ella podría oírle desde donde estaba. Devoró la pasta en cinco minutos y, ante la sorpresa de su madre, volvió a su habitación con la excusa de hacer los deberes. Algo a lo que no pudo oponerse. Tal vez su chico estuviera cambiando y haciéndose más responsable.
Rufus pensó que era el momento perfecto para probar si podía ver a la chica en el espejo. Se fue al baño y entró con una cadencia lenta y pausada. No sabía lo que podría encontrar en su reflejo. Lamentablemente, la decepción fue lo único que había allí. Su propio rostro enfrentado al de Rufus en la realidad. Volvió cabizbajo a la habitación y se situó al lugar donde sabía ella debía estar. No le falló. Allí estaba, tan risueña como la primera vez. El chico se quedó prendado de la belleza de aquel reflejo y pasó el resto de la tarde admirando la imagen que a veces se perdía por los destellos del astro rey.
Nacieron en él entonces otras preguntas más profundas. ¿Sería aquella chica un fantasma? ¿Acaso una proyección desde otra dimensión? ¿Sería una chica de cualquier otra parte del mundo, como él? Y, en caso de ser así, ¿cómo habría echo para estar del otro lado y establecer ese contacto con él? ¿Sería el único? Divagando en cuestiones que no encontraban respuesta, Rufus se durmió.
A la mañana siguiente, la chica ya le esperaba para darle los buenos días. Le lanzó un tierno beso y Rufus pegó la cara al frío cristal para recibir el obsequio. Los días que continuaron fueron muy felices para el muchacho. Ahora tenía una amiga que, además, era muy especial. A veces la veía mover los labios tratando de decirle algo, pero no era capaz de identificar sus palabras. Tal vez su idioma fuera diferente. No lo sabía. Desconocía cualquier dato que pudiera darle una pista sobre la chica. El verano llegó y las vacaciones permitieron a Rufus disfrutar más aún de la compañía del reflejo. Su mayor secreto. Sus padres no dijeron nada en ningún momento. Era tan insólito verlo así de feliz que preferían no inmiscuirse en asuntos que no les atañían pero que, por el contrario, alegraban a su hijo de tan extraordinaria manera.
El verano, como siempre, pasó como una flecha y se acercaba la hora de volver a coger el petate y los libros. Apenas a una semana del fin de las vacaciones, Rufus despertó con el ánimo exaltado. Tenía intención de lanzarse a la chica y darle el mayor de los besos que la historia jamás contemplara. Había practicado mucho frente al espejo. Sería su primer beso. Y se lo daría a la chica del cristal. Su amiga especial. A estas alturas, tal vez algo más. Ella le recibió tan bella como siempre, con su encantadora sonrisa. Sus ojos le regaron de ternura y él, acicalándose un poco el pelo, se acercó tímidamente al reflejo. Ella, que lo vio venir, le imitó juntando los labios. Rufus tragó saliva. Era un momento importante. Cuando el chico puso su boca cerrada sobre el cristal, ella acercó la suya y la unió a la de éste. Una descarga agradable le recorrió la comisura y se le durmió la lengua. Rufus cerró los ojos para saborear el instante. Al abrirlos... comprendió.
Vio su cama. Su habitación y la puerta que daba al pasillo al fondo. Pero no vio la imagen de la calle llena de árboles a través de la ventana. Al mirar atrás tan sólo veía oscuridad. Se sintió liviano. Estaba atrapado. La chica seguía del otro lado, pero ahora era perfectamente visible. Su belleza era sublime, mucho mayor de la que se advertía en un simple reflejo. Tenía una mirada cautivadora y un cuerpo que, para la edad que tenía, resultaba de lo más atractivo. Rufus sabía que rompería muchos corazones después del suyo. La chica bajó de la cama de un salto. Miró hacia atrás y lanzó un beso al muchacho antes de perderse con cautela por la puerta que daba a las escaleras. Rufus no oyó como bajaba hacia el piso inferior y salía a la calle. Posiblemente en busca de su hogar o quién sabe qué. Él, en cambio, tomó el relevo de aquella cárcel inmaterial. No oyó los gritos de su madre llamándole para comer. Tan sólo la vio minutos después subiendo a su habitación para buscarle algo enfadada por la desidia de su hijo. Horas después la policía fue quien estuvo en su habitación, buscando pruebas o alguna pista del posible paradero de Rufus. Semanas después, harto de ver dolidos a sus padres, el chico abandonó el reflejo de aquella ventana y comenzó a recorrer los vidrios de todas las ventanas del mundo en busca de una víctima que pudiera coger el testigo. Cuando encontrará a alguien, le regalaría la mejor de sus sonrisas y jugaría a conquistar su corazón. Entonces, sólo entonces, volvería a ser libre. Y quizás, era posible, buscara a la chica que un día le dio prisión para amarla o castigarla por aquello. Llegado el momento, dejaría que el Amor decidiese por él. Si aún seguía existiendo, claro. En tanto permanecería encerrado en aquel crisol de cristal.
martes, 8 de abril de 2008
De las artes y las letras
Leo esta reflexión del escultor Antonio Sibellino y me pregunto si es también aplicable a la literatura: ¿se ha producido la misma revolución que en artes plásticas? Es cierto que ciertas figuras, como Proust o Joyce, representan un gran cambio, pero en vez de desembocar en “la línea” como sugería Sibellino, pareciera que hubieran abierto todo un mundo de “pelitos” y otros fenómenos que no habíamos advertido antes. Es decir, parece, que si hubo revolución, ésta fue en una dirección muy diferente a la de otras artes.
Y no sólo eso, sino que si uno ve la lista de los últimos bestsellers, uno pudiera creer que ni Proust ni Joyce hayan existido nunca. En cambio, miremos las obras de arte más vendidas en las últimas ferias y será imposible olvidarnos que hubo una vez un Duschamp o un Picasso.
Quizá exista una revolución pendiente en la literatura. Ojalá no tengamos que esperar a que el mercado editorial asimile los cambios de los últimos cien años.
miércoles, 19 de marzo de 2008
Viaje extasiástico a la estación del bucle.
Una melodía se escapaba de entre los estridentes acordes que todo lo controlaban. Y yo permanecía allí, en medio, de pie, como mirándolo todo desde una burbuja infranqueable, como si estuviera en un margen agotado por todas aquellas existencias que danzaban clavando sus ojos vacíos en los del resto pero sin llegar a traspasar el vidrio que bloqueaba la realidad. Una y otra vez, sin descanso, sin permitir que aquel ejercicio de contemplación de la destrucción ajena evitara colaborar en la mía propia.
Cuando fluye la letanía es difícil combatirla, más cuando su llegada es bienvenida y deseada, y se apodera de tu voluntad. La voluntad es lo último que perdemos instantes antes de dejar de ser personas para convertirnos en entes inanimados, en vacuos seres guiados únicamente por los espasmos artificiales que se dibujan en nuestras mentes gracias al sonido que extrae una aguja de un vinilo que da vueltas una y otra vez. Una y otra vez, sin descanso, una y otra vez.
Un ejército de valientes abandonados al sumo estado de plenitud que jamás he conocido. Un ejército de cobardes que no aceptan la realidad tal y como es. Tal vez, bien pensado, no sea más que una realidad más… cuando la has llegado a conocer.
La cuestión es que la melodía sonaba perfecta en mi cabeza, desde la que era conducida a todos los rincones de mi cuerpo. Conductos plenos de satisfacción acelerada. Todo mi ser palpitaba, una vez más, una y otra vez, sin descanso, una y otra vez más. Y allí continuaba estando yo, observándolo todo desde el altar de los que contemplan, como si conmigo no fuera la cosa a pesar de ser uno más.
Una vez más.
martes, 18 de marzo de 2008
Detención
Parece ser que aquel grupo de muchachos, desde el punto de vista froidiano, habían pasado de la etapa sádico-anal a otra etapa “hijadeputa” porque se pasaban el día “dando por culo” metafóricamente. Tal era la cualidad de la brutal ponzoña de aquellas adolescentes criaturas que, nadie en el barrio, se atrevía a dejar su coche en la calle, con lo que los precios de las plazas de aparcamiento se habían disparado.
No sé si en todo el asunto tendría algo que ver el hecho de que el cabecilla fuera hijo del dueño de una oficina inmobiliaria, pero como yo así lo creí… esa fue la razón de que incendiara la citada oficina.
El inspector miró a sus compañeros y luego miró al detenido estirando el silencio como una goma que terminaría por romperse de tan tensa, pero no fue así. Finalmente habló con voz pausada mientras borraba de su ordenador la transcripción de aquella declaración:
--¿Sabe una cosa?
El silencio, esta vez, fue breve antes de continuar.
--Me ha convencido. Dejaremos una semana de margen y si esas sabandijas prepúberes dejan de dar por culo, como usted dice, nunca le habremos detenido por pirómano. Pero como esos cabrones vuelvan a tocar mi coche…
Esta vez la pausa si llevó a una explosión emocional en la voz del policía.
--…Le juro por el nuevo código de circulación, que haré con sus huesos todo aquello que, por ley, no puedo hacer a esos mocosos.
Y ante el atónito silencio de todos, en especial del detenido, miró hacia la puerta con un claro gesto de su cabeza.
--¡Puede marcharse!
Sin embargo, cuando empezaba a traspasar el umbral de la libertad, la voz del inspector le clavó de nuevo al suelo.
--Y, de aquí a entonces, no se le ocurra salir del país porque haré que le pongan en el listado del Interpol como el terrorista más buscado.
Terminó de salir de allí con el miedo en el cuerpo, pero con una firme decisión de vigilar día y noche a aquellos bárbaros a fin de asegurarse una distancia de seguridad entre él y las garras del inspector.
by Vicente Salinas Roca
registrado
miércoles, 12 de marzo de 2008
What a wonderful World
Que mundo tan maravilloso.
El vaho invadía la estancia contigua al baño, las diminutas gotas transportaban su contenido aromático. Gardenias, dulces gardenias que llevaban a un jardín encantado repleto de ellas. Entró por sus fosas nasales invitándole a contemplarla dentro de la bañera. Se sentó en la taza del inodoro y la miró en silencio durante largo rato. Dos perlas verdes se enfrentaban a él bajo un mechón rojizo, también en silencio.
Únicamente Louis llenaba el ambiente con What a wonderful world, rasgada What a wonderful world, siniestramente esperanzadora What a wonderful world.
Tan bella como siempre, sus pechos quedaban ligeramente cubiertos por el contenido caldoso, dejando entrever la pacífica oscuridad de sus pezones. Su tez inmaculada, piel de hada, resplandecía decorada por minúsculas esferas del rocío. El disco dejó de girar. Después de esa póstuma canción, entonces sus palabras ocuparon el espacio.
-Perdóname-. Mientras recogía la ropa interior esparcida sobre las baldosas. -Ya se que he sido un auténtico cabrón y también se que no te mereces todo lo que te he hecho pasar. Perdóname- Hizo una pausa para llevarse con ambas manos las delicadas prendas hasta la nariz, sumergiéndose en ella, casi ahogándose en ella. De nuevo, con la voz entrecortada, dijo -perdóname- y la miró con lágrimas en los ojos antes de volver al salón y marcar el 091.
Ella no contestó, continuó mirándole fijamente, mostrándole las grandes grietas que abrían sus muñecas, mientras su hermosa melena se fundía en perfecta armonía con la tonalidad antinatural del agua.
domingo, 9 de marzo de 2008
Juicio al adjetivo
Drummond de Andrade va más allá y nos confiesa que «en la medida en que envejezco, voy dejando de lado los adjetivos. Llego a cerciorarme que es posible decirlo todo sin ellos, mejor que con ellos.
¿Por qué "noche gélida", "solitaria noche", "noche profunda"? Es suficiente "la noche".
Frío, soledad y profundidad están latentes en el lector, pronto a envolverlo, ante la sola provocación de una simple palabra: "noche"».
¿Habrá alguien que los defienda?
Sí, y con mucha pasión, Adam Zagajewski:
«A menudo nos repiten que debemos suprimir los adjetivos. Un buen estilo—oímos decir—puede prescindir perfectamente del adjetivo; le basta el arco sólido del sustantivo y la flecha ubicua del verbo. Y, sin embargo, el mundo sin adjetivos es triste como el quirófano en el día de domingo. Una luz azulina se filtra a través de las ventanas frías, zumban en voz baja los mustios tubos fluorescentes.
El sustantivo y el verbo son suficientes para los soldados y los dirigentes de los países totalitarios. Porque el adjetivo es el garante indeleble de la individualidad de los objetos y las persona. He aquí un montón de melones en un tenderete. Para un adversario de los adjetivos la situación no presenta ninguna dificultad. “Los melones están en el tenderete.” Y lo cierto es que un melón es amarillento como la tez de Talleyrand mientras discurseaba en el Congreso de Viena, otro es verde, inmaduro y lleno de arrogancia juvenil, y hay uno que tiene la cara chupada y se ha sumido en un silencio profundo y fúnebre como si no pudiera acabar de despedirse de los campos de Provenza. No hay dos melones iguales. Algunos son oblongos, otros rechonchos. Duros o blandos. Huelen a campiña y a amaneceres o están secos, resignados a todos, asesinados por el transporte, por la lluvia, por las manos de unos desconocidos y por el cielo plomizo de un suburbio parisino».
En este juicio no hay un único juez: sólo cuenta el veredicto de los testigos y el de la opinión pública.
Se abre la sesión.
martes, 4 de marzo de 2008
Sólo conseguiré volverme loco.
Si sigo así sólo conseguiré volverme loco.
Necesito escapar hacia algún lugar desierto, a casas de madera mirando al mar de ninguna parte, en medio de montañas verdes o rojas y con la única compañía del viento perpetuo.
Solos el cielo, el mar y mi casa de madera en el acantilado, para que si algún día se cae al vacío de tus ojos todos piensen que fue un error de cálculo al salir de la cama.
Ese día se levantó con el pie izquierdo -comentarán todos mientras ríen y fuman y beben cerveza hasta llorar alcohol.
Y el aroma de sal que lo absorbe todo y ser mecido como la hoja de un árbol en medio de cualquier tarde de otoño menos en esta.
Si sigo así sólo conseguiré volverme loco.
Se escucha una música que viene de algún sitio en el que siempre he estado pero que no consigo recordar y encima de la mesa los apuntes me miran acusadores.
Espero paciente el día en que pueda tropezarme con un guisante que me haga caer de bruces contra el mundo dejando al descubierto aquello que se enseña sin ver.
El amargo olor de las manzanas podridas inunda las cestas de caperucitas anónimas mientras acecho como un lobo sin dientes esperando recoger las migajas.
Miro mi reflejo en el espejo del mundo mientras mi alma absorbe todo lo que hay alrededor y ya me lo decía mi madre.
Si sigo así sólo conseguiré volverme loco.

La locura es subjetiva, pero si no cuela esto sólo es un ejercicio de escritura surrealista.
Foto: Cristóbal Palma. Casa Poli, ubicada en la Península de Coliumo, a 550 km al sur de Santiago de Chile.
TOLKIEN: PEQUEÑO GRAN HOMENAJE A UN GENIO

martes, 26 de febrero de 2008
Las farolas de tu barrio
Veo la sombra de esa mujer de mediana edad que baila para ella sola en el salón de su casa.
La habitación es de reducidas dimensiones, pero ella ha juntado todos los muebles en un rincón y ha apagado las luces, dejando sólo la tenue iluminación de la farola.
Baila Piazzola, es triste, melancólico te diría ella si pudiera verte. Gira extasiada con la mirada perdida, parece que llora, pero no, es el brillo propio de la luz artificial.
Sus caderas la han llevado hasta el suelo, ha elegido una esquina vacía del salón. Siempre pensó que su vida estaba compuesta por esquinas, por dobles direcciones. Desliza lentamente la mano derecha, la única que podemos ver puesto que la pared tapa el resto de su cuerpo, acaricia el muro desagradecido y le parece por un segundo, que es la piel de aquel adolescente que hace años rozó, sin mirarlo siquiera, en un autobús urbano, era verano y cree que entonces aun era feliz.
La mano llega al suelo y el cuerpo se curva en un abrazo imposible, el borde de la pared se clava fiero en su vientre caprichoso. Pasan diez segundos y nada pasa, los brazos y las piernas estiradas cubriendo el frío muro.
Ahora si se escapa una lágrima traviesa, pero no podemos verla, su rostro contra el suelo de madera. El orgullo de mujer latina, mujer de hierro y fuego.
Las mujeres ya no saben llorar,
las mujeres ensimismadas y rapaces,
mujeres de barro y azahar.
Quiero no ser mujer,
tampoco sabría ser hombre.
Danzo con furia y rabia
danzo hasta que los pies me sangran
y mis tristes rodillas se agrietan de polvo y miseria.
Reivindico el derecho a no ser
a no creer en nada
a bailar hasta la vejez
a morir en movimiento.
Salvia de árboles enfermos
cubre mi cuerpo
y vuelo así,
entre farolas y
gatos pardos.
Canta al tiempo que curva su espalda hacia el suelo y Piazzola continua inclemente con esa melodía que rasga el alma. Silencio fuera de este cuarto, el mundo parece estar en otra parte.
Creo que te amo le susurro al oído, pero ella no puede oírme.
Te marchas de mi lado dando un portazo. Sé lo que piensas, siempre me gustaron los amores imposibles y yo no te sigo, porque ella comienza de nuevo su danza que a mi me parece un hechizo y me quedo quieta y en silencio. Esperando, tal vez, que en algún momento note mi presencia y decida amarme.
Así, envueltas en música y baile y lágrimas furtivas.
lunes, 25 de febrero de 2008
Inenarrables
Tenemos que expandirnos cual peste literaria, tovarischs...
jueves, 21 de febrero de 2008
Noticias
http://www.narrador.es/web/content/blogcategory/18/144/
Narrador.es ya es una editorial, una librería y más...
-Ha llegado ese momento anunciado. Como ya había anunciado, a partir del lunes, y durante siete semanas, voy a iniciar una desaparición relativa a nivel de participación. Me voy con la esperanza de ver crecer este proyecto desde la "relativa" distancia.
-Nuestro compañero Rafael Rubio está de viaje por tierras niponas y se lo está tomando con mucha dedicación. Sin lugar a dudas, cuando regrese, nos contará historias fascinantes del país del sol naciente.
-Como ya viene siendo una tradición, ayer, la salida a la venta en España de "Harry Potter y las reliquias de la muerte" fue un éxito. Hubo de todo. Preguntamos a un adolescente sobre el libro y nos contestó que ahora Potter será lo más importante. En el instituto le habían puesto como lectura obligatoria la "Pilar Prim", pero que tendría que esperarse, Harry iba antes. Las comparaciones puede parecer odiosas, pero cómo este insigne estudiante podrá leer la profunda y extenuante obra de la literatura catalana después de más de seiscientas páginas de trepidantes aventuras. Este si es un misterio para que desarrolle la multimillonaria J.K. Rowling
www.narrador.es
La mayoría de nosotros hemos publicado alguno de nuestros primeros relatos en aquel espacio, por eso, sin duda, le guardamos un gran cariño y, de tanto en tanto, entramos a leer cuantas buenas ideas pasan por allí.
En uno de esos viajes, de esas visitas aun espacio amigo, he encontrado el anuncio: "YA ES MAYOR DE EDAD". El viernes nos lo aclararán... el viernes será el cambio. El viernes es mañana.
Como espejo en el que nos gustaría mirarnos, estaremos muy atentos a lo que van a mostrarnos.
miércoles, 20 de febrero de 2008
El Reto
La reglas son sencilla:
1) Una o dos personas crean un reto.
2) Esas personas son el jurado del reto.
3) Los retos se publican a modo de comentario, para así, centralizar el tema.
4) El ganador o ganadores del reto son los encargados de presentar el nuevo reto.
Espero que os guste la idea, y como de alguna forma se ha de empezar, si queréis, yo propongo el primer reto. Abriré un nuevo tema con el título: Reto 1, y de esas forma lo iremos numerando.
Retazos
Como puesta en escena, os contaré que la protagonista de la historia es una niña alemana que está aprendiendo a leer, inmersa ella y todo su entorno en plena guerra mundial, en el corazón de la alemania Nazi. El texto que paso a transcribir no desvela nada primordial del argumento de la historia, para alivio de todos aquellos que quieran animarse a leerlo, y la razón por la cual quiero resaltarlo, es simplemente por la simpleza y la belleza de aquello que puede unir a un conjunto inesperado de personas acurrucadas en el interior de un oscuro bunker, entre un millar de bombas que amenazan con devorarlos a todos.
"Incluso Rudy estaba completamente rígido, fingiendo despreocupación, tensando los músculos para combatir la tensión. Brazos y codos luchaban por hacerse sitio. Algunos adultos intentaban calmar a los niños. Otros ni siquiera conseguían calmarse a ellos mismos.
- ¡Haz callar a ese crío! - gritó frau Holtzapfel, aunque su voz no fue más que otro desventurado reproche en medio del frenético caos del refugio.
Mugrientas lágrimas asomaban a los ojos de los niños y el olor a alientos nocturnos, el sudor de sobaco y ropa sucia de varios días se mezclaba y bullía en lo que en esos momentos era un puchero donde flotaban humanos.
A pesar de que estaban una al lado de la otra, Liesel no tuvo más remedio que alzar la voz.
- ¿Mamá? - insistió-: ¡Mamá, me estás destrozando la mano!
- ¿Qué?
- ¡La mano!
Rosa la soltó, y para sustraerse al barullo del sótano, Liesel abrió uno de sus libros y empezó a leer en busca de consuelo. El primer libro de la pila era 'El hombre que silbaba' y lo leyó en voz alta para concentrarse. El primer párrafo llegó entumecido hasta sus oídos.
-¿Qué has dicho?-rugió su madre, pero Liesel la ignoró para no perderse ya en la primera página.
Al pasar a la siguiente, Rudy reparó en ella. Se fijó en lo que estaba leyendo y llamó la atención de sus hermanos con un golpecito en el hombro para que hicieran lo mismo. Hans Huberman se acercó y pidió silencio. La calma se abrió paso en el abarrotado sótano. A la tercera página, todo el mundo estaba en silencio menos Liesel.
El crujir de las páginas los cautivó.
Liesel continuó leyendo.
Compartió la historia durante unos veinte minutos. Su voz tranquilizó a los niños más pequeños y los demás imaginaron al hombre que silbaba huyendo de la escena del crimen. Liesel no. La ladrona de libros sólo veía la mecánica de las palabras, sus cuerpos varados en el papel, derribadas a golpes para que ella pudiera pisotearlas. En algún lugar también estaba Max, en los espacios entre un punto y la mayúscula siguiente. Recordó cuando le leía mientras estaba enfermo. ¿Estará en el sótano? ¿U otra vez al acecho de un pedacito de cielo? se preguntó."
Notas sobre las imágenes
Por otra parte voy a buscar la forma de asociar un fondo documental donde dejar imágenes de creación propia disponibles para su uso aquí.
El diario de Putricia

Cae la tarde.
Las marujas, como grandes polillas a la luz, se acurrucan silenciosamente ante los televisores, encendiendo distraídamente un cigarro con el cenicero en el regazo. Momentos después, puntual, comienza el espectáculo. La eterna distracción, la panacea como recompensa a todas las agonías de la jornada. Una cabecera con musiquilla de apaño y recortes de color animados. Una pasada rasante de la cámara sobre los obligados aplausos de un público sin rostro. Un progresivo acercamiento a la figura de la presentadora; mujer cliché, anodina, compuesta siguiendo cada uno de los pasos del manual para constituir un personaje correcto y vacío. Una mera azafata puesta ahí para dar paso a los abotargados testimonios de la desgracia diaria. Fin de los aplausos. Carraspeo de la presentadora y un “muy buenas tardes a todos: hoy tenemos con nosotros...”.
Todo eso es tan solo el proceso introductorio al ritual, la preparación para el enfermizo juego empático que, tarde tras tarde, de lunes a viernes, cautiva completamente la atención de las amas de casa del país entero. Un proceso más que religioso; ya de por sí, infinitamente más popular que la oración en la iglesia: un acto vital de canibalismo emocional, vouyerismo vampírico mediante el cual exorcizar el propio vacío interior y taponarlo con sensaciones y vivencias ajenas. Un remedio de escasas horas, temporal, como cualquier droga. Su uso, abuso y necesidad son constantes, una vez la persona es absorbida en la luz artificial, los aplausos, las lágrimas, los silencios incómodos, los abrazos y los gemidos, la actitud a duras penas impasible (y completamente falsa) de la presentadora, el ansia y la espectación por el grotesco caso siguiente...
Una espiral constante.
Al final del ritual, extenuación y desconcierto.
Desorientada por la marea de sentimientos robados, la maruja regresa por unos instantes a su realidad particular, perdida en la negrura del salón. Con los aplausos finales, la tonadilla de despedida y los créditos del programa, comienza a sumirse en una dolorosa ansiedad. La cruda idea del mundo empieza a imponerse, a tender de nuevo sus húmedas e hirientes garras. Es la hora de una profunda reflexión que el colapsado cerebro de ella se niega en redondo a producir. El nivel de agonía espiritual es intolerable.
Un manotazo desesperado, tanteando el sofá como las zarpas de un engendro ciego del subsuelo. Por fin el ansiado contacto de plástico rígido del mando a distancia. Luego, el violento disparo a la pantalla.
Más canales, más drama y más miseria.
El entretenimiento nunca termina.
Primeras piedras.
En lo que al nombre se refiere creo que el club del relato es el más apropiado, en vista de que sucediese así tengo en mi poder el nombre "elclubdelrelato.blogspot.com", que a mi modo de verlo lo haría más sencillo a la hora de comentarselo a la gente a través del boca a boca, que hablar de un club del relato al que se accede a través de clubrelato... No sé si me explico pero creo que más o menos se entiende.
Quiero proponeros también, que aparte de lo que escribamos como relatos propios, nos mojemos un poco y hagamos artículos literarios que tengan cierto gancho a la hora de atraer a gente (y ya de paso de aparecer en la caché de google ;)).
No sé si estaré pecando de ambicioso, pero tengo en mente un artículo sobre Harry Potter, Tolkien y Stephen King que puede ser interesante... Además podriamos poner un apartado en el que demos una pequeña descripción y crítica de los libros que vamos leyendo para que la gente tenga un punto de referencia acerca de qué leer.
A ver que os parece...
Un saludo a todos.
martes, 19 de febrero de 2008
Noticias
http://www.revistaenie.clarin.com/notas/2008/02/18/01610325.html
-Murió Alain Robbe-Grillet. Fue el pasado domingo en Caen (Calvados) producto de una crisis cardíaca. Es curioso que, en los últimos meses, en España, Vicente Verdú con unas "reglas para la supervivencia de la novela" ha soliviantado todos los blog's y foros literarios. Alain Robbe-Grullet fue, en su momento, la alternativa a la novela clásica. Fue llamado el ideólogo de la "nueva novela", pero hoy vemos que, realmente, las cosas han cambiado muy poco. Sin embargo, la llegada de las nuevas tecnologías e Internet parece que anuncian un nuevo cambio, la prueba es la resistencia de los viejos autores, como Doris Lessing, al "demoníaco" nuevo medio.
Ampliar la noticia en:
http://www.abc.es/20080219/cultura-cultura/muere-alain-robbe-grillet_200802190351.html
-Votar por Internet se ha convertido en "la ley del más fricky". Todos conocemos ejemplos. De hecho, en las últimas semanas, el concurso literario de NH Hoteles, Mario Vargas Llosa, para votar por Internet, ha resultado un escándalo porque un grupo de esmerados internautas, sin ninguna clase de ética, han llamado a sus clientes en red para conseguir votaciones por encima de mil. Hemos seguido a todo el grupo de más votados y todos han dejado señales en la red de una falta total de ética, un todo por el premio que desvirtúa este tipo de votaciones en red. Sin embargo, ahora nos ha llegado un ejemplo muchísimo más divertido, el de las canciones que deben ir a eurovisión. Ver esta noticia en:
http://www.elperiodico.com/default.asp?idpublicacio_PK=46&idioma=CAS&idnoticia_PK=484807&idseccio_PK=1029
El Club del Relato
Un anhelo, una meta, una pasión... la literatura en estado puro: "EL CLUB DEL RELATO"
Esto vendría a ser algo así como una emisión en pruebas. Personalmente creo que este, por el momento, es el servidor de blog's más adecuado, para las pretensiones de nuestro grupo literario, hasta que nos podamos permitir la creación de una web.
Una de las ventajas es que podemos cambiar el direccionamiento y el nombre del blog si finalmente elegimos uno diferente. Para eso está puesta la encuesta de la derecha, pero como se puede observar tiene un apartado OTROS porque no creo que tengan que acabar ahí las posibilidades de nominar esta aventura.
Este blog también puede modificar su aspecto, de hecho, por el momento, he buscado el que tenga menos detalles y satisfaga, durante el periodo de pruebas, nuestras necesidades.
De entrada he invitado a los 11 miembros que iniciamos esta aventura, pero creo que ha llegado el momento de que también incluyamos a los 3 nuevos miembros.
Por último quiero dejar claro que desde mi punto de vista, este proyecto, que ahora se inicia, no es más que el embrión de algo mucho más grande y que pretende cambiar los mismísimos fundamentos del mundo editorial en nuestro país. No es un proyecto modesto aunque lo sean sus orígenes y todo su futuro depende del nivel de penetración que logremos en Internet. Pero tranquilos porque todo es cuestión de eso... de tiempo. "No se tomó Zamora en una hora".
Así que, como diría Buzz Lighyear, de la película de Disney-Pixar "Toy Story",... "¡Hasta el infinito y más allá!", que empieza la eventura.
Vicente Salinas Roca